AUDICIÓN EN EL BEBÉ
Los recién nacidos son capaces de oír y son sensibles a la intensidad de los sonidos, pero también antes de nacer lo son, y ello empieza a partir de la semana 27.
Pues bien, cuando la madre embarazada habla, su voz resuena a lo largo de su columna vertebral, especialmente en las vértebras que quedan a la altura del vientre.
Inmerso en el líquido amniótico, el feto puede oír la voz de la madre "por dentro": todo el líquido amniótico vibra con la voz de la madre, el propio niño vibra, escucha y "toca" la voz.
Él aún es incapaz de producir ningún ruido, así que apenas puede diferenciar entre la voz de su madre y él mismo. Por eso, durante el embarazo, el feto se mueve especialmente cuando la madre habla.
Por ejemplo, si la madre ha estado sola en casa toda la mañana (seguramente, en silencio), cuando habla por teléfono o cando llega una visita, de pronto, el bebé se mueve: es decir, reacciona al estímulo.
SE trata de la primera comunicación real madre-hijo. En cambio, la voz del padre, de entrada, pertenece exclusivamente al mundo exterior.
Nunca antes la había oído, y es por tanto un ruido extraño, irreconocible al nacer.
No ocurre lo mismo con la voz de la tía o la abuela materna que se parece mucho a la coz de la madre y por tanto son muy familiares para el bebé desde el mismo día del nacimiento.
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